BOLÍVAR Y MURILLO HERMANOS MASONES
La escena pudo ser así: Bolívar, sólo y sin escolta, se acerca cabalgando una humilde mula parda… llega al sitio donde deberán encontrarse los dos paladines: Bolívar, general revolucionario por la liberación de América, Murillo, general realista que defiende los intereses de España y de Europa. Llega el momento crucial… y con la reticencia propia del nerviosismo por la enemistad y el odio alimentado en tantas batallas, ambos generales estrechan sus manos…La sorpresa para ellos fue inmensa: descubren que a pesar de estar en bandos opuestos, no sólo tenían en común su indiscutible liderazgo para conducirse en la guerra, sino que además eran hermanos masones… La manera en que sus dedos “pulgares” se entrecruzaban, daban una señal inequívoca de hermandad que los obligaba a honrar la confraternidad del Ser humano por encima de las pasiones… y para sorpresa de todos los presentes, de inmediato vino un fuerte abrazo, como si en lugar de dos gladiadores que una vez tiñeron de sangre los campos de batalla, eran dos hermanos de sangre que se reconciliaban luego de batallar en bandos opuestos… El coronel realista Vicente Bausá describió el encuentro: Bolívar y Morillo
dieron una lección para la historia, al deponer las pasiones para honrar al Ser y la hermandad que debe existir entre todos los hombres y mujeres de buena voluntad… Porque cuando se tienen ideales y un corazón noble, no importan las diferencias por muy insalvables que parezcan; porque cuando se actúa de buena fe, se tienen convicciones, y se cree en los principios, el hombre se crece ante las adversidades y le da un sentido a su existencia… Ambos eran sobresalientes en cada una de sus posiciones antagónicas; pero sin embargo, encontraron un punto de convergencia que los unió como Seres humanos, más que como militares entregados a una causa.
La pirámide como símbolo de la hermandad de
emorar el día internacional de
BOLÍVAR Y SANTANDER Y LAS SOCIEDADES SECRETAS
Como cualquier vulgar enfrentamiento entre bandas de un barrio para tomar el control y dominio de distribución de drogas, las sociedades secretas, enemigas de la revolución patriótica, conspiraron desde la oscuridad para derrocarla y para lograr el objetivo albergó en su seno a hombres que utilizaron la institución para proyectar sus ideales macabros, logrando conquistar a muchos de sus integrantes, entre ellos a Santander, quienes se embarcaron en una ventura suicida de asesinar al Libertador y denigrar de su obra libertadora, hasta convertirse en los más acérrimos enemigos de la revolución bolivariana.
Bolívar, que ya intuía por donde iba la cosa, escribió a Santander lo siguiente: “El General Morillo propuso que se levantase una pirámide en el lugar donde él me recibió y nos abrazamos, que fuese un monumento para recordar el primer día de la amistad de españoles y colombianos, la cual se respetase eternamente; ha destinado un oficial de ingenieros y yo debo mandar otro para que sigan la obra. Nosotros mismos la comenzamos poniendo la primera piedra que servirá en su base”
Luego del célebre encuentro, Morillo quedó deslumbrado por la personalidad del Libertador; tanto es así, que días después, el 15 de diciembre, regresa a España para más nunca regresar a Venezuela.
Su compatriota, Antonio José de Sucre, que también era masón al igual que Santander y muchos otros colaboradores del Gobierno, advierte a Bolívar sobre la conspiración que se estaba gestando entre algunos hermanos de
El Libertador, con esa sutileza diplomática características de un insigne estadista, en esa carta insultaba indirectamente a Santander, que como bien sabía Bolívar, era uno de los artífices de los grupos masónicos disidentes que financiaban la contra revolución.
Bolívar no estaba equivocado… algunos integrantes de