lunes, 20 de abril de 2009

POESÍA


De niño me veo frente a ese espejo

donde mi rostro se vislumbra

en una creciente armonía

Recuerdo la dinastía de una familia lejana

que no sabía de navíos

ni de trenes bajo la lluvia

que había vivido entre las flores

y que jamás había visto el mar

También recuerdo los zócalos

de una pared blanca

El aroma del café y las canciones del abuelo

con quien jugaba en el río

amarillo

quizás

de los bosques y la aldea

La nieve afuera

y esa lámpara que iluminaba los caminos

por donde se nos iba la inocencia

Ahora

cuando regreso a la ciudad

me veo en ese otro espejo de la nostalgia

entonces creo que el recuerdo se fue

se ha ido

con la noche azul

de otros tiempos

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jueves 8 de enero de 2009

Canto a los que han de venir
Canto a los que han de conocer
Y respirar a pulmón pleno
Nuestro vasto cielo por fin libre…

SINFONÍA CHIPRIOTA
TEODOSIO PIERIDIS
(poeta griego)


¿Qué éramos al principio?
Sal de la tierra
Temblor de huracanes
Perenne soledad de la niebla
Sobrevivimos
en un espacio irreal
exiliados
condenados al asombro
................................................................................................................................................................................. De manzanas y cayenas
está hecha la casa
Los árboles bostezan a su alrededor
El río se oye bajo los aposentos
El río duerme
porque los espejos
anuncian la llegada del invierno
Sueña la maestra Gil
y el grito de su sueño
se escucha en la escuela
La orfandad
vestida de niebla
profana la alcoba
donde vive el alma
de la maestra Gil
con su lápiz de mil colores
para dibujarle un arco iris
a la lluvia
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De todo lo que dijimos e hicimos
en aquella despedida quedó la noche
y este silencio que me acompaña hoy

Cuánto tiempo ha
desde aquel adiós irrenunciable
desde ese momento cuando doblamos la esquina
y nos fuimos de bruces contra el mundo
apagando el último cigarro de la dicha
Frecuenté todos los bares de la ciudad
durmiéndome de tristeza en cada presagio nocturno
Bebía hasta el amanecer
Ebrio de tinieblas
rompí la estrella de la libertad
Tu conducías la noche
en una lejana palabra de despedida
Yo conducía un astro con ruedas de escarlata
pisoteado por las sombras
No supe en que plaza del infinito
anclé mi alma
El vendaval me consumió
en la espuma agria y pujante
del nuevo día
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Cuando regresamos al silencio
en mutuo acuerdo con la noche
odiamos el pájaro nocturno
el sudor a huesos descompuestos
la herida de la fábrica
donde apenas acariciamos el pan
Regresamos a la oscuridad
del sueño
con el bolso de recuerdos
colgado de la sombra
Compartimos una ración doble de amor
o de odio
con sabor a sopa de cansancio
a café trasnochado
por la prisa
Repartimos el alma en la penumbra
y nos sentamos a contar las sobras
el último aroma de la cena
La llama se apaga finalmente
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Cuando era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño;
mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Pablo, el apóstol.
Los muchachos sueñan con las tardes
Se cuelgan del sol a punto de ocultarse
y corren tras los gritos
tras la noche cercana
Corren presurosos
como ratones asustados
Los niños crecen entre el aire y la escuela
Entre saltamontes y cometas
En el agua
hacen sus casas de barro
cuyos habitantes son menudos
y resbalosos
Toman Coca-Cola mientras piensan
en las barbas de algún loco
Desandan en busca de perros callejeros
y se pierden bajo las ramas de los árboles
en el umbral del viento
Juegan con los duendes de la hierba
y las salamandras
Las niñas de afro y mejillas rosadas
aman sus boinas
y sus cohetes de papel


A Dexy Ruiz Rodríguez


Detrás de nuestras palabras
está el silencio
está la calle que nunca transitamos
la vereda aquella
con la que soñábamos
al bajar la cuesta de algún recuerdo
Escucha este grito
despierta
el invierno dormido en tu piel
la pocilga el reloj
el objeto que olvidamos en la vidriera
Detrás de la noche
está la caja de sorpresas
con sabor a blues latino
devaluado
que sirve de fondo
a nuestro espacio
de humana transparencia

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Con este sueño
detengo mi andar
Descansaré
bajo la noche sin lluvia
Dormiré en el reflejo
de los almanaques
cuando la tarde prescriba
Sólo el tiempo
El inconcebible tiempo
me cubre de asperezas
y no encuentro palabras
para decir adiós
a las distancias


LAS NOCHES EN BAGDAD

Cómo pesan los sueños
de quien muere entre ráfagas de viento
Su rostro de luna y sangre
nos recuerda la marca de la bestia
Su número equidistante
el corazón de la tierra
Babel
donde se confundieron las lenguas
Volverán
tal vez
las blancas palomas
a sobre volar las grutas
sobre las piedras de Irak
en el cansancio de pies dormidos
de miradas sin fondo
Adónde irán los muertos del desierto;
la invasión cobró víctimas
que no sabían de acuerdos internacionales
de odios ajenos
No sabían de agendas preescritas
Ni de planes de economía
No sabían que más allá del Golfo Pérsico
ondeaban cortinas de mercurio
los perros de la guerra
¿Pero eso estaba escrito en alguna parte?
El Corán habla de Días de Gloria
Mahoma debe estar a la espera
del juicio de los impíos
Las noches en Bagdad ya no son noches
Son estrellas del norte que derriban casas
puentes
niños
mujeres
Las noches en Bagdad pesan como los huesos
arrastrados por la arena…
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A los caídos en abril…
Uno nunca sabe que hacer con tanta lluvia
acumulada en los ojos
con tanto desconcierto detrás de las bodegas
con tanta furia y tanto descontento
donde una flor crece al calor de un mediodía extraño
y allí
despierta a las distancias
una niña canta su canción preferida
bajo los árboles de abril
para no llorar
para no ir de prisa agitando palomas sobre una grama
La niña que tocaba un violín ayer
hoy arrastra una manta por las calles
El niño que jugaba con carritos de madera
y comía hamburguesas McDonald´ s
hoy porta un arma en medio de la noche
La flor y el espejo se nos marchan
con el último recuerdo de la infancia
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Aquellas tardes calurosas
recuerdan la Suecia inmortal de Hasso Krull
Cuando leí su poesía ¿qué decía de los arándanos?
de la música colonial de Rajasthan
de su extravagante manera de encender un cigarro
e irse por ahí bajo los árboles
silbando o cantando
como suelen hacer las personas que sueñan
¿Qué nos separa de Hasso Krull sino un tren
que va hacia el centro de la tierra?
La tierra de verde transparencia
Los vastos horizontes de arena rojiza sembrada de cocoteros
Pero lo importante de Hasso Krull es su poesía
La forma de decir que estamos solos en el universo
Que se nos hace pedazos la vida
cuando ocultamos algún secreto
que luego descubrimos en alguno de sus versos
Su poesía es como los árboles
Como la brisa que rodea las colinas de Finlandia
Mucho más tierna que el trigo al despuntar la mañana
El día está claro
y el cielo se derrama de luz
Hasso Krull nació en una de esas estaciones solitarias de la India
para recordarnos
en cada amanecer
que aún estamos vivos
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A GERTRUD, una desconocida hasta hoy...

Gertrud no fue mi amante,
pues no me conoció...
siquiera eso.
Luis A. Alcocer F.
Gertrud no era mi amante
pero juntos caminábamos por el bosque
tomados de las manos
Aprendimos a conocer la dirección del viento
en los pasillos de una cabaña legendaria
a bebernos el agua fresca de un amanecer cualquiera
en la neblina
a veces nos escapábamos fuera de la ciudad
recorríamos los pueblos
en busca de aventuras
nos contábamos anécdotas de nuestras parejas
ella hablaba de su marido con entusiasmo
y yo de mi mujer
Pero Gertrud no era mi amante
Nos embriagábamos de alegría
compartiendo las manzanas
los cereales y el buen vino de la tarde
bajo la lluvia
en la orilla de un río o en el comedor de una vieja posada
Pero Gertrud no era mi amante
En una ocasión hicimos un largo viaje de negocios
nos perdimos en las barriadas de Venecia
ante el inmenso lago inmortal de aguas inmortales
en los espejos de Italia
en la Grecia milenaria de Arquímides
entre hoteles miserables y calles pestilentes
De vez en cuando llamábamos desde algún teléfono remoto
para anunciarnos
para decir que estábamos vivos
Pero Gertrud no era mi amante
Con la llegada del invierno: la despedida
los años tristes
un hijo que la llamaba desde la noche
con la voz de quien nunca regresa en la distancia
El la consolaba como un padre
y fue para ella el mejor esposo del mundo
él entendía el giro del universo
su piedra angular
el momento histórico que nos tocó vivir
Pero Gertrud no era mi amante
Amábamos La Revolución
hablábamos del Che como si se tratara de un amigo cercano
de Marx como nuestro mejor camarada
de los pintores de Prusia
de Polonia y del Papa
Nunca más supe de ella cuando partió de este gran país
cuando éramos felices como antes
a nuestra manera
Pero Gertrud nunca fue mi amante
Nunca
Lo juro
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Estaban allí
como en las fotografías
Julio Mella y el Che con el asma entre las manos
Camilo Torres, Salvador de la Plaza, Tania Bunke
con su tabaco perfumado
sus escopetas y sus sueños
con la esperanza de regresar alguna vez
Habitaban en silencio la isla
Detrás de las cortinas de mar de una habitación secreta
Leían las cartas y los oráculos del fin del mundo
Se respiraba otro aire
Otra nostalgia nos llamaba desde la distancia
con sabor a vino tinto de goletas olvidadas
De palabras que se llevaba el viento
Tarde de caballos desbocados
de locos y borrachos
con golondrinas y espuma en los sombreros
Todos estaban allí
en el regreso insondable de las olas
contra los acantilados
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AFGANISTAN

Todo estaba escrito desde el principio
Así lo decían los papiros
Esa carta del porvenir donde los muertos caminan
por las sendas del mal
¿Podrán entrar al templo Los Hijos del Califa?
¿Profanar la tumba de Alí?
Caravanas del norte poblaron la ciudad
sobre calles polvorientas
Soldados infelices atraviesan las veredas
contra un viento de sueños milenarios
que se niega a morir
Sobreviven al calor en grandes multitudes
bajo el sol de otoño
en el país
donde duele ser hijo de la tierra
hijo del desierto
hermano de Mahoma
del sol y la luna
para arrancarle un grito a la noche
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Yo nunca me quejé de haber nacido pronto
Nazin Hikmet


Estoy hecho de barro y púrpura
Me aferro a la piedra filosofal
como quien se aferra a la mano de Dios
Soy como un ermitaño que recién aprendió a leer
como esos sacerdotes de órdenes secretas
como esos mendigos de las plazas
que se alegran cuando llueve
Pertenezco a una raza indómita
de caballos negros
de perros de caza con centellas en los ojos
de marineros al atardecer
bajo el clarín de los relámpagos
Estoy hecho para el fuego
para las revoluciones y las tormentas
Ese que está ahí no soy yo
es mi sombra de años
mi carne
mi sangre
la piel que entrego en pedazos
para el sacrificio
por ahora
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Mucho más temprano que tarde, de nuevo,
se abrirán las grandes alamedas,
por donde pase el hombre libre.


Salvador Allende


En el reino de Itaca
las noches son demasiado oscuras
los astros titilan a lo lejos
como centauros dormidos
Una silenciosa esperanza
crece en la remota bahía
Los viajeros de la isla
contemplan el mundo
desde la mirada triste de Odiseo
el griego pescador
En montañas rocosas y legendarias
la música se oye
como una campana
que anuncia la creación del nuevo mundo
Sobre la arena
en la vesperal playa del mar Jónico
las mujeres danzan al ritmo de las olas
con palmas y flores en el pelo
Homero descubrió a Itaca
una fría mañana de septiembre
entre las ruinas de una tumba heroica
al oeste de Grecia
Ulises también soñó con sus barcos y sus costas
Un día regresaremos a Itaca
con el viento del sur
Allí construiremos una casa
un puerto
y un sueño

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