miércoles, 16 de marzo de 2011

CUARTO PROTOCOLO DE LOS SABIOS DE SIÓN: EL CONTROL DE LA FE

TRAZOS

MANUEL ROJAS

CUARTO PROTOCOLO DE LOS SABIOS DE SIÓN: EL CONTROL DE LA FE

Este capítulo es demasiado extenso e imposible de explicar en tan sólo 45 o 50 líneas, sin embargo trataré de resumir lo que me permita el espacio. Se trata del Tercer Protocolo de Los Sabios de Sión, relacionado con el control de la fe. Veamos: “Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos: 11-1) Por lo tanto, como es un valor intangible, no puede o no debe ser capitalizado. No debería ser capitalizado. Sin embargo se ha jugado tanto con ella, y se ha explotado con ella de manera tan vulgar que tener fe en un mundo materialista es casi hacer el ridículo. Los hombres y las mujeres de fe están expuestos a las excusas superfluas ante la imposibilidad de responder con argumentos sólidos sobre sus creencias. Además, se concibe la fe como una premisa sin explicación. Así lo han señalado los grandes filósofos y teólogos pasados e incluso contemporáneos. La fe no es racional por lo tanto no tiene asidero científico, no es materia de análisis porque no obedece a mediciones lógicas. El ser humano tan sólo se limita a creer sin buscar mayores explicaciones o alternativas. Pero eso tiene sus consecuencias: Por tener diferencias en creencias religiosas se han librado inmensas batallas en el mundo, entre mulsumanes y cristianos, entre católicos y protestantes, en Inglaterra, Francia, o en Alemania. Se dice que con los Illuminati y los Rosacruces se promovieron movimientos religiosos durante los años de la peste en Inglaterra. Los Amigos de Dios entre otros, formaban parte de ellos. Su enseñanza se basaba en el Apocalipsis, y exigía obediencia absoluta a los dirigentes. El movimiento, en su conjunto, fue transmitido posteriormente a la Orden de San Juan, designada como “organización francmasónica con misión secreta.”

Martin Lutero mantuvo estrechas relaciones con los Illuminati y los Rosacruces, tal como su sello personal dejaba bien claro a los ojos del iniciado (una rosa y una cruz con sus iniciales, como los rosacruces). La Iglesia Católica, estaba entonces dirigida por el Papa León X, hijo de Lorenzo de Médici. Este último era el dirigente de un rico banco internacional en Florencia. Una generación antes, el Papa había confiado a la familia Médici el cargo de recaudador de impuestos y diezmos para el papado, eso fue lo que ayudó a los Médici a convertir su banco en uno de los más ricos e influyentes de Europa.

La confrontación de Lutero contra la acción de la Iglesia Católica estaba justificada. Esta última se había convertido más en una empresa comercial que en un puntal de fe. Uno de los personajes clave que apoyaron a la Reforma fue Felipe, el Magnánimo. Fundó la “Universidad Protestante” en Marbourg, y organizó una alianza política contra el emperador católico Carlos V. Tras la muerte de Lutero, su comunidad de fe fue sostenida por Sir Francis Bacon, el mayor dirigente de los Rosacruces en Inglaterra. En tiempos del rey James I, Bacon fue el coordinador del proyecto que tenía como objetivo la elaboración de una Biblia protestante inglesa reconocida. Esa versión, conocida en 1611 con el nombre de Versión del Rey James es, hoy en día, la Biblia más difundida en el mundo anglófono.

La Contrarreforma fue llevada a cabo por una nueva cofradía: la Compañía de Jesús, mejor conocida por el nombre de Orden de los Jesuitas, y fundada en 1534 por Ignacio de Loyola. Se trataba de una sociedad secreta militante y católica, con rituales secretos, simbolismos y grados de iniciación (el juramento de segundo grado exigía la muerte de todos los francmasones y protestantes).

Los francmasones trabajaron en el más absoluto secreto en Inglaterra, Escocia e Irlanda, con aportaciones para reforzar el respeto a los derechos del ser humano y del protestantismo. Un gran maestre de los francmasones se hallaba presente en la firma de la Carta Magna, al lado del gran maestre de los templarios. Las diferentes logias tenían también bajo su responsabilidad los movimientos protestantes en Inglaterra y Alemania. El cuarto Protocolo se ha cumplido hasta hoy, dice así: [...] Supliremos de los hombres su verdadera fe. Modificaremos o eliminaremos los principios de las leyes espirituales. [...] La ausencia de esas leyes aflojará la fe de los hombres pues las religiones no serán ya capaces de dar ninguna explicación. [...] Rellenaremos esas lagunas introduciendo un pensamiento materialista y cálculos matemáticos. [...]Tomado de “Las Sociedades Secretas y su poder en el siglo XX”, de Jan Van Helsig (Editorial Ewertverlag 1998) hormigasdepapel@hotmail.com y http://trazos-trazos.blogspot.com/

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